Ester
Ester 2:2-10 Entonces dijeron los jóvenes que servían al rey: “Búsquense para el rey jóvenes vírgenes de hermosa apariencia. Nombre el rey oficiales en todas las provincias de su reino para que reúnan en Susa, la capital, a todas las jóvenes vírgenes de hermosa apariencia, en el harén que está bajo el cuidado de Hegai, eunuco del rey y guardián de las mujeres; y provéase su tratamiento cosmético. La joven que agrade a los ojos del rey, reine en lugar de Vasti”. Este consejo agradó al rey y así lo hizo. En Susa, la capital, había un judío llamado Mardoqueo hijo de Jaír, hijo de Simei, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, que había sido llevado cautivo de Jerusalén junto con los cautivos llevados con Joaquín[a], rey de Judá, a quien Nabucodonosor, rey de Babilonia, llevó cautivo. Este había criado a Hadasa (que es Ester), hija de su tío, porque ella no tenía padre ni madre. La joven era de bella figura y de hermosa apariencia. Cuando murieron su padre y su madre, Mardoqueo la tomó como hija suya. Sucedió que al ser oídas la palabra y la disposición del rey, y al ser reunidas muchas jóvenes en Susa, la capital, bajo el cuidado de Hegai, también Ester fue llevada a la casa del rey, bajo el cuidado de Hegai, guardián de las mujeres. La joven agradó a sus ojos y obtuvo gracia delante de él, por lo que ordenó que se le administraran de inmediato su tratamiento cosmético y su dieta, y que se le asignaran siete jóvenes escogidas de la casa del rey. Y la trasladó con ellas a la mejor sección del harén. Ester no declaró cuál era su pueblo ni su parentela, pues Mardoqueo le había mandado que no lo dijera.
Ester 7:1-6 Fueron, pues, el rey y Amán a comer con la reina Ester. También este segundo día, mientras bebían el vino, el rey preguntó a Ester: —Reina Ester, ¿cuál es tu petición? Te será dada. ¿Qué es lo que solicitas? ¡Hasta la mitad del reino te será concedida! Entonces la reina Ester respondió y dijo: —¡Oh rey, si he hallado gracia ante tus ojos, y si a su majestad le parece bien, que me sea concedida la vida por mi petición y mi pueblo por mi solicitud! Porque yo y mi pueblo hemos sido vendidos para ser destruidos, muertos y exterminados. Si hubiéramos sido vendidos para ser esclavos y esclavas, yo habría callado; pues tal desgracia no justificaría molestar al rey…El rey Asuero preguntó a la reina Ester: —¿Quién es ese, y dónde está el que ha concebido hacer tal cosa? Y Ester respondió: —¡El enemigo y adversario es este malvado Amán! Entonces Amán se llenó de terror en la presencia del rey y de la reina.
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