Rebeca
Génesis 24-27; 28:5; 29:12; 35:8; 49:31; Romanos 9:10-12
Génesis 24:58-67 Llamaron a Rebeca y le preguntaron:—¿Irás tú con este hombre?Ella les respondió:—Sí, iré.Entonces dejaron ir a Rebeca su hermana, a su nodriza, al siervo de Abraham y a sus hombres. Y bendijeron a Rebeca diciéndole:—Tú eres nuestra hermana. Que seas madre de millares de decenas de millares. Que tus descendientes posean las ciudades de sus enemigos. Entonces se levantaron Rebeca y sus criadas, subieron a los camellos y siguieron al hombre. El siervo tomó a Rebeca y se fue. Aconteció que Isaac venía del pozo Beer-lajai-roí[a], porque habitaba en el Néguev. Hacia el atardecer Isaac había salido al campo para meditar, y alzando sus ojos miró, y he aquí unos camellos que venían. También Rebeca alzó sus ojos, vio a Isaac y descendió del camello. Porque había preguntado al siervo: “¿Quién es ese hombre que viene por el campo hacia nosotros?”, y el siervo había respondido: “Él es mi señor”. Entonces ella tomó el velo y se cubrió. El siervo contó a Isaac todo lo que había hecho. Luego Isaac la introdujo en la tienda de Sara, su madre, y tomó a Rebeca, que vino a ser su mujer; y él la amó. Así se consoló Isaac después de la muerte de su madre.
Génesis 25:21-26 Isaac rogó al SEÑOR por su mujer, que era estéril. El SEÑOR accedió a su ruego, y Rebeca su mujer concibió. Como los hijos se empujaban dentro de ella, dijo:—Si es así, ¿para qué he de vivir? Ella fue a consultar al SEÑOR, y el SEÑOR le dijo:—Dos naciones hay en tu vientre, y dos pueblos que estarán separados desde tus entrañas. Un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor. Cuando se cumplió el tiempo de dar a luz, he aquí que había mellizos en su vientre. Y salió el primero, rojizo y todo velludo como una túnica de pieles, y llamaron su nombre Esaú. Después salió su hermano, con su mano asida al talón de Esaú, y llamaron su nombre Jacob[d]. Isaac tenía sesenta años de edad cuando ella los dio a luz.
Romanos 9:10-12 Y no solo esto, sino que también cuando Rebeca concibió de un hombre, de Isaac nuestro padre, y aunque todavía no habían nacido sus hijos ni habían hecho bien o mal —para que el propósito de Dios dependiese de su elección, no de las obras sino del que llama—, a ella se le dijo: “El mayor servirá al menor”
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